viernes, 9 de diciembre de 2011

Acto contra el racismo en Larcomar

Acto contra el racismo en Larcomar

Escribe Wilfredo Ardito Vega

arcomar podría ser uno de los lugares más hermosos de Lima. Sin embargo, la mala administración de este complejo comercial ha llevado a que poco a poco se vea asociado a vergonzosas prácticas de selección racial de clientes. La gran mayoría de locales de Larcomar “solamente” mantienen prácticas de selección racial de sus empleados que atienden al público, asumiendo que las personas de raza blanca tienen una imagen de mayor eficacia. Sin embargo, a algunos locales, simplemente es imposible ingresar si se trata de una persona de rasgos andinos o negros. Inclusive los locales de franquicias internacionales como Señor Frog’s y Charlies and Charlies, tuvieron en Larcomar un perfil racista, que no existe en sus establecimientos de otros países. Ambas franquicias se han retirado ya de Larcomar, pero las prácticas racistas continúan en otros locales.

Por ello, la noche del cinco de noviembre, se produjo en Larcomar un acto simbólico de rechazo al racismo. En Lima, es bastante inusual que se plantee una protesta frente a la práctica de una empresa privada. Normalmente, son consideradas entidades muy poderosas y sin mayor responsabilidad social. Inclusive ante situaciones graves, como la venta de productos dañinos a la salud, las personas reaccionan con pasividad. De otro lado, todavía es difícil para algunos peruanos admitir que el racismo es un problema cotidiano, que genera patrones de comportamiento dañinos para la sociedad.

Al enterarse que se realizaría el acto simbólico, los propietarios de las discotecas racistas redoblaron sus medidas de seguridad. Sin embargo, los corpulentos vigilantes no pudieron hacer mucho, cuando unas treinta personas, a la medianoche, aparecieron con unas camisetas con el lema “Basta de Racismo”. Eran jóvenes y adultos; blancos, mestizos, morenos y andinos. Estaban además rodeados por un número similar de personas, vestidos de diversa manera, desde traje formal hasta atuendo deportivo, pero todos con el mismo objetivo, demostrar su rechazo a la segregación racial. Todas estas diferencias habían hecho imposible que hubieran sido detectados por los vigilantes.

El grupo antirracista se dirigió en primer lugar a la discoteca Aura, de la cual, según un matutino peruano, uno de sus mayores accionistas es el futbolista Claudio Pizarro. De confirmarse este dato, sería bastante lamentable que un futbolista que todos los peruanos admiran, fuera copropietario de un local donde la mayoría de sus admiradores no podrían ingresar. El local, como los demás establecimientos racistas de Larcomar, se distingue porque existen varias barreras de metal ante la puerta, como si fuera una cárcel. Los antirracistas señalaron que sólo querían entregar una carta al administrador, quien tardó bastante en llegar y se mostraba nervioso.

Algunos creyeron divertido lanzar arengas agresivas como “¡Mueran los negros!”. En esos momentos, los gerentes de Larcomar ya habían cerrado los accesos peatonales y bloquearon el ingreso a fotógrafos y reporteros
Luego, el grupo se dirigió a la discoteca Gótica, que ha cumplido dos años de apertura y de segregación racial. Uno de los propietarios de este local es Raúl Diez Canseco Hartinger, el hijo del ex vicepresidente del mismo nombre. La trayectoria de este empresario ha sido bastante ajetreada: se dice que tuvo varios problemas con su local Mai Tai, en las playas del sur, donde falleció un chico piurano en extrañas circunstancias. Además, este local funcionaba sin licencia. También en San Miguel, por carecer de licencia, se le clausuró el local de Señor Frog’s, cuya concesión estaba a su cargo. Hace unos meses también se produjo en Gótica la extraña muerte de un cliente. Los vigilantes dicen que se cayó, estando ebrio. Los familiares afirman que lo empujaron. Los antecedentes entonces, no generan mucho entusiasmo por conocer la discoteca, salvo la compulsión de algunos peruanos por alejarse de sus compatriotas.
Los antirracistas atravesaron luego Larcomar para dirigirse a un piso superior. Caminaban de manera relajada, sin repartir volantes, gritar consignas o hacer muecas. Al parecer, su actitud pacífica desconcertaba al personal de seguridad, que no veía razones objetivas para agredirlos. Llegaron al local de Mama Batata, una especie de pub, con varios “seleccionadores raciales” en la puerta y paredes de vidrio, a través de los cuales, se veía a la clientela: peruanos blancos que buscan separarse de sus compatriotas más obscuros. El dueño de Mama Batata es Percy McKay Diez Canseco, primo del propietario de Gótica. Los antirracistas se ubicaron de pie, ante la puerta, mostrando el lema de las camisetas por unos diez minutos. La prensa tomaba fotografías de una escena que recordaba a Sudáfrica del tiempo del apartheid: sólo un vidrio separaba a dos grupos de peruanos con actitudes muy diferentes hacia su país.

Los clientes de los locales racistas estaban desconcertados y, naturalmente, soltaban frases racistas, señalando que los manifestantes parecían niños de la calle, que estaban deteriorando la imagen de Larcomar. Algunos creyeron divertido lanzar arengas agresivas como “¡Mueran los negros!”. En esos momentos, los gerentes de Larcomar ya habían cerrado los accesos peatonales y bloquearon el ingreso a fotógrafos y reporteros de canales de televisión.

Ahora queda pendiente saber si los propietarios de los locales racistas y la administración de Larcomar responderán al pedido de un cambio de actitud. En el Cusco, un local racista ha sido condenado a pagar 64,000 soles de multa (casi 20,000 dólares). Los propietarios de Aura, Mama Batata, Gótica y varios otros locales similares que funcionan en Lima desafían a las leyes peruanas al mantener sus prácticas de selección de clientes... ¿Hasta cuándo?

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